jueves, 15 de septiembre de 2011

el alma

Conviene aclarar desde un principio que alma y espíritu no son lo mismo y, de la misma manera que Sol y Luna se pueden diferenciar a simple vista, así es necesario que se distinga al alma del espíritu.

El utilizar al Sol y a la Luna como analogía no es arbitrario y, más adelante, veremos el por qué; ahora, por el momento, interesa hacer otras precisiones para poder entrar en materia.

La Gran Obra de Creación, según la Tradición, se 'divide' en cuatro mundos: el de la Emanación, el de la Creación, el de la Formación y el Elemental. Es en este orden que el Demiurgo ha hecho Su Obra.

El hombre, como micorcosmos, ostenta la misma constitución que la Gran Obra de Creación. El hombre es el resumen, el epítome de la Creación. Así, en el hombre, estos cuatro mundos macrocósmicos tienen su correspondencia de la siguiente manera, respectivamente: el mundo divino/su Espíritu, el mundo intelectual/su Razón, el mundo psicológico/sus Emociones y el mundo físico/su Cuerpo.

Dios, la Unidad, el principio de todas las cosas, la Absoluta y Suprema Razón, Intelecto y Amor en su más grandioso estado de pureza, Infinita y Suprema Aspiración de toda inteligencia emancipada, está 'separado' de Su obra por los Velos de la Existencia Negativa, es decir, la Nada -Ein-, lo Ilimitado -Ein Soph- y la Luz Ilimitada -Ein Soph Aur-, mismos que podríamos interpretarlos como: a) la Nada en sí; b) el espacio vacío necesario para la manifestación de algo, espacio sin el que nada podría manifestarse, de acuerdo con la ley física según la cual ningún cuerpo puede ocupar el mismo espacio-tiempo de otro y c) la materia prima de esta Gran Obra.

Decimos que Dios está separado de Su Obra, meramente para indicar que Él no está confundido ni disgregado en Su Obra, sino que Él permanece íntegro, más grande que todo, más profundo, absolutamente indivisible, distinto de todo, uno en Sí mismo. "Lo que Dios es por Sí y en Sí, no le es dado al hombre conocer." Sin embargo, está en Su Obra sin estar en ella y sin separarse de Sí ni dividirse o multiplicarse, está en Su Obra, como la luz del sol en la atmósfera terrestre, como la inteligencia y el alma del escritor en sus libros. Dios está completo en todas partes sin menoscabo de Su unidad y que no se piense que de alguna manera llegue a ser material o substancial, Dios es Espíritu puro. La materia está sujeta a variación, a cambio, deviene, se divide y es multiforme -o mejor dicho, aforme, amorfa-; Dios es ultraforme; indivisible; Es, no deviene; inmutable e invariable y no es el conjunto de todos los seres.

Previo a la Creación, el espíritu de Dios 'flotaba' por sobre las aguas negras del Caos y, al ver su reflejo en ellas, se hizo la luz... Estas aguas son la Luz Ilimitada citada líneas arriba, la 'forma' de la Creación, es el reflejo del espíritu de Dios y lo que anima, lo que da vida, es el soplo divino, Su hálito es lo que da la vida.

Conocemos la constitución ternaria del hombre: Espíritu, Alma, Cuerpo; Sol, Luna, Tierra; Azufre, Mercurio, Sal; Rojo, Blanco, Negro.

Hemos visto ya -muy someramente- el primer término, el Espíritu, más o menos conocemos el tercero, el Cuerpo, veamos pues, el intermedio: el Alma, la Luna, el Mercurio, el Blanco. Y veamos de qué manera, la constitución ternaria del hombre se corresponde con los cuatro mundos de la Gran Obra de Creación.

La Luz Ilimitada, por sí misma, es completamente pasiva -misma raíz etimológica que pasión-, dúctil y maleable, adopta como barro fresco la forma que se le antoja al artesano. Por sí misma no tiene forma ni orden. Es inerte, sirve tanto a los buenos como a los malos fines.

Esta luz es la 'substancia' de que está hecha el alma -es también la "materia de los sueños"-, ya habíamos dicho que esta luz es la materia prima de la Gran Obra de Creación.

Recibe el nombre de alma en cuanto el soplo divino ha actuado sobre ella y queda fijada en un ser, sirviendo de 'enlace' entre ambos polos de la existencia, es decir, Espíritu y materia.

Ahora bien, el alma, como vemos, participa de dos naturalezas, una activa/positiva y otra negativa/pasiva. Este hecho ha provocado que el alma tenga por símbolo al mercurio, de naturaleza andrógina, tan pronto atraído por el espíritu/azufre como cautivado/cautivo por el cuerpo/materia/sal, generando esta alternancia, en el hombre, estados de conciencia que van desde la plena inmersión en la corriente instintivo-emocional, hasta la abstracción intelectual y el pleno arrobamiento celestial.

Vemos como de esta manera, la constitución ternaria del hombre -misma que la de toda la Creación en Sí- se resuelve en los cuatro mundos que nos marca la Tradición, a través de un elemento dual -el alma/mercurio- que abarca los dos mundos centrales -intermedios- de la Gran Obra de Creación.

Veamos ahora algo respecto a la función/evolución del alma.

En primer lugar, es necsario advertir que el alma participa -en un nivel más general y amplio- de los cuatro mundos de la Creación. Ya vimos como participa de los mundos centrales, en cuanto a los otros dos, recordemos que ya dijimos que sirve de 'enlace' entre Espíritu y materia, los dos polos de la existencia que vemos interactuando al principio de la Creación, el uno dando vida a su reflejo y el otro reflejando a su principio de vida, mediando un hálito entre ambos.

De esta forma, el alma, inmersa en el mundo sensible y emocional, se asemeja a la confusión de lo húmedo y lo seco en el tercer día de la Creación, confusión que constituye a la materia prima de nuestra obra. Ésta es la putrefactio. En este estado, el alma debe volverse consciente del mismo y sumergirse aún más en él para desprender de sí las ligaduras que a manera de cortezas, costras, osificaciones o coágulos, impiden la libre actuación del principio representado por el azufre. Como ya sabemos, este proceso se simboliza con el color negro.

Posteriormente a esto, el alma adquiere un estado de pureza que le da aptitud para recibir y resonar las emanaciones del mundo espiritual. En este estado, como ya sabemos, el alma se simboliza por medio del color blanco. En este estado es apta para recibir y esta condición la puede llevar, por medio del trabajo, a identificarse plenamente con el Espíritu Divino que lo anima. Situación ésta, que habrá de producirse en la última etapa de nuestra obra a través de un elemento ya conocido con anterioridad, el cual no es sino una amalgama de azufre y mercurio, es decir, el emblema del alma que ha vuelto su vista y por ende, sus aspiraciones, al principio creador que se manifiesta en el hombre como el predominio de la razón sobre la pasión, predominio que habrá de llevarle a la realización del magisterio del sol y a la conclusión de su obra.

Finalmente, podemos verter todo lo anterior en esta analogía: la luna refleja hacia la tierra, durante la noche, la luz que recibe del sol.

domingo, 21 de agosto de 2011

La Mente Una


Los seis mundos que conforman la Mente Una son los que a continuación se enumeran:

1. Las regiones infernales
2. Los espíritus hambrientos (pretas)
3. Animales
4. Demonios en lucha (asuras)
5. Seres humanos
6. Seres celestiales (devas)

Antes de continuar cabría muy bien aclarar que definitivamente no creemos en la existencia positiva de 'otros mundos' o 'dimensiones', es decir, no creemos en su existencia a modo de 'espacios', 'lugares' -físicos o no, tangibles o no- en el sentido habitual del entendimiento común, sino como diferentes estados del ser. Dicho de otra forma, los entendemos como las distintas etapas del desarrollo del ser. Y al hablar así, no nos referimos al Ser en sí, puesto que éste no puede devenir, es eterno.

Por lo anteriormente expuesto, tampoco creemos que las distintas 'entidades' que habitan estos mundos sean - permítasenos el término- 'fantasmotas' autoconscientes poseedores de voluntad. No. Son seres -entiéndase constelaciones caracterológicas; entes, construcciones, condicionamientos psicológicos... en fin, cortezas en el sentido cabalístico del término- bajo cuya dirección nos encontramos y reaccionamos, que no actuamos, porque el acto es volición, libre determinación y, en nuestro actual estado de evolución, es el material reactivo de nuestro inconsciente quien lleva las riendas de nuestras vidas. No son estos seres sino personificación de las distintas pulsiones y/o condicionamientos de nuestro ser. Son alegorías que necesitan ser comprendidas en su real significado.

Tal es el alcance de aquella frase de Paul Eluard: "Hay otros mundos, pero están en éste". Y es éste el sentido que debe darse al epígrafe "La Mente Una".

1. Las regiones infernales

El momento de la penitencia, el fondo del sufrimiento provocado por la ignorancia fundamental. El cimiento de la Obra. De ninguna manera debe entenderse como castigo, es causa y efecto, karma -respecto a este término, aclaremos que nada tiene de misterioso, simplemente, si meto la mano al fuego, me quemo; si bebo agua, calmo mi sed. En este estado no hay sino crujir de muelas y rechinar de dientes. Son las tinieblas exteriores.

2. Los espíritus hambrientos

Estos son seres quienes debido a su codicia se han condenado a una vida de anhelos y frustraciones. Es el estado del alma completamente inmersa en la corriente instintivo-emocional. Es el estado del alma sin reposo que vaga a la deriva en busca de satisfactores externos; tan luego es atraída por esto como por aquello y no logra su satisfacción en lugar alguno, lo que le provoca un estado cuasi permanente de ansiedad y frustración -análogo al sueño de una persona sedienta en el que, por más que bebe, no logra, muy a su pesar, apagar su sed-, sufriendo en toda su magnitud los embates y guiños de la fortuna, viviendo esclavizado por ella.

3. Animales

En este estado se advierte aún una vida en la corriente colectiva, no existe el razonamiento. Si bien no existe el 'hambre' del estado inmediato anterior, prácticamente las respuestas que el hombre da ante los estímulos provenientes de su entorno y/o de su interior, no son sino instintivas.

4. Demonios en lucha

La separación de lo sutil y lo espeso. El punto del tremendo encuentro entre la rémora y la salamandra. La cruenta batalla entre las dos naturalezas. La lucha contra la bestia.

5. Seres humanos

El alma emancipada. La lapis philosophorum. La iluminación. La libertad, entendida tanto como la plena aceptación de La Ley y la acción en consecuencia, como la absoluta posesión de sí mismo; el alma se encuentra libre de temores, de apegos y deseos, de condicionamientos psicológicos. Es por fin capaz de Actuar. Eso significa ser -realmente merecer esa denominación, ese nombre- humano.

6. Seres celestiales

Son los Ischim de la Tradición. Las Almas Beatificadas de los hombres y mujeres que han llegado a tal estado por su esfuerzo y por sus obras. Son las almas inmortales que cual faros guían a la humanidad toda a través de los peligros y escollos del océano de la existencia.

Finalmente, no perdamos de vista que se habla de Mente Una. Buda es lo que es. "Todo es a la vez nada es viceversa". Desde las regiones infernales hasta los devas conforman la Mente Una. Por ello es que el Bhagavad Gītā nos dice "El sabio, por virtud del conocimiento verdadero, ve en condiciones de igualdad a un brāhmaa, a una vaca, a un elefante, a un perro y a un paria" (Cap. 5, vers. 18).

No en potencia sino en acto Todo es Buda.

viernes, 29 de julio de 2011

Sólo Palabras

           Este escrito data del 16 de noviembre de 2007, el idiota cree que ya es posible compartirlo en un ámbito mayor que aquel en el que fuere dado a conocer.

Un hombre puede ser partidario de un valor
absoluto: la vida, y dar la vida por él. Un hombre
prueba un valor absoluto por la vida;
pero si la vida es el valor absoluto, sólo
concede posibilidades al valor absoluto de la muerte.

Orlando Guillén

Hay cosas que no deben agradecerse... y no deben serlo porque los movimientos del corazón dirigidos son por la más absoluta y suprema razón y nada la pequeña y limitada razón humana con ellos tiene que ver. Sólo cuando se halla libre de ataduras puede el corazón trasponer los velos que al Sancta Sanctorum mantienen de las miradas profanas apartado y manifestarse con la plenitud que este, ahora en realidad, viejo bardo, de vivirlas hubo durante la más desoladora de sus travesías. Sea pues todo lo siguiente no un agradecimiento sino tan solo una mera mención congratulatoria referente a las diáfanas manifestaciones vibracionales que desde varios rincones de nuestra República hasta mi sensible ser de allegarse hubieron.

Tuvo el de la voz la dolorosamente gloriosa oportunidad de atisbar de forma somera sobre los misterios de la vida, los misterios de la muerte y los misterios de la resurrección y la inmortalidad de las almas.

The earth, the air, the fire, the water return... return... return...

En el movimiento continuo y perpetuo de la vida, prestos siempre a dar su materia para formar y dar soporte a las múltiples manifestaciones de aquélla, Gob, Nicksa, Paralda y Djin, pacientes esperan la orden para comenzar su trabajo. De manera más o menos suficiente, médicos y anatomistas, con su loable esfuerzo, de manera tan puntual nos han mostrado los eventos de la Concepción y Gestación como para en ellos nos ocupemos ahora. Repitamos entonces que la materia, absoluta indeterminación en sí, trabajada es por los elementales a fin de darle una forma adecuada para la manifestación de la vida. Preséntase así ante la Naturaleza, en el caso que nos ocupa, el animal que como humano conocemos...

De la misma manera que para el soporte material de la vida construir, para los vestidos del Espíritu, es decir, para el Alma confeccionar, los Elementales sus oficios y habilidades ejercen. Mas he aquí que el Alma es una Tabula Rasa que nada sino mero soporte -tal como la pantalla sobre la que una película de proyectarse habrá- es lo que al Espíritu ofrece. Pronto, en el pequeño que a vivir comienza, el alma va adquiriendo caracteres que no le son inherentes sino tan solo útiles, al menos en ocasiones... Ciegos lazarillos de otros ciegos, aquellos que en la vida del pequeño se cruzan, ya de manera constante, ya fortuita; voluntaria o involuntariamente; durante un largo rato o por un breve lapso; aquellos -repito- que en la vida del pequeño se cruzan, no saben el fatal encadenamiento de sucesos que a tal pequeño -y a sí mismos aun- tal encuentro depara. Una sonrisa, una furtiva mirada, alguna distraída o intencionada palabra... el más nimio y aparentemente inane de los elementos dispone o determina toda una serie de acontecimientos futuros, todos ellos con sus propios elementos, formando todo el conjunto una vesánica red de determinantes que constituye nuestra Psique... así de los caminos ni el principio ni el final son conocidos. Nadie puede considerarse dueño de su vida, asimismo nadie responsable resulta de la vida de alguien más, incluso ni de la propia. Cada instante, cada acontecimiento, no es sino la resultante de un indeterminado número de circunstancias que convergen en un espacio-tiempo dado. En verdad os digo que nadie culpable podría considerarse de las desgracias ajenas y ni aun de las propias sino por omisión. Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen; no hay pecado sino ignorancia, mas si la ignorancia fuese permitida, nada habría qué perdonar.

Así, de las peculiaridades inherentes a las individuales vidas humanas y sus particulares cuitas, el rastro imposible se torna de seguir, prácticamente la totalidad de la humanidad en esta demencial red de causa y efecto enlazada se halla.

Mas un poco al menos de esas peculiaridades y cuitas hablemos.

Más de veintiséis años ha que un pequeño de escasos cinco años con sus padres hablaba respecto a su necesidad de un hermanito, de alguien con quien jugar y hacer todas las cosas que sus amiguillos con hermanos le decían.

-Pero debes cuidarlo y quererlo mucho -fue la respuesta que de sus padres obtuvo.

Sin chistar, el pequeño asintió con una gran sonrisa, más de expectación y nerviosismo que de beneplácito. La mirada de sus padres era de divertida y satisfecha complicidad, era obvio -aunque no para ese inocente- que no habrían sabido cómo explicar a su hijo que pronto tendría un hermanito... en verdad les había liberado de una tal vez complicada explicación. En menos de un año y, aunque esperando anhelante el instante en que pudiese entre sus brazos acunar a su hermanito, en el momento de separarse de su madre, que una semana en el hospital tardaría, la débil y enfermiza constitución de aquel pequeño en postración se tornó. No fue sino hasta cierta tarde que, en la entrada de su vivienda, un dulce cuadro de inefable terneza en su corazón como el momento más feliz de su vida se imprimiría, su madre con su pequeño hermano en brazos. Mas ya planteado hemos que nadie de su vida es dueño sino hasta que el astro radiante en su horizonte aparece y con sus inmarcesibles destellos de divina gloria, la gracia otorga a quien tan maravilloso espectáculo contempla y emancipado ya de las ataduras de su ego, libre ya de los velos negros del intelecto, las riendas de su vida tomar puede. Fue así que este trocito de celestial buenaventura que a la existencia arribaba, de enmarañado verse hubo en aquella red fatal de la que ya hemos hablado... ni su hermano lo cuidó, ni sus padres educarlo pudieron satisfactoriamente, no obstante el amor que, aunque empañado su fulgor por aquellos velos negros e impurezas que conocemos, entre sí todos sentían.

Arrastrado así, al arbitrio de la corriente cual navío sin timón, la huesa de recibirlo hubo no bien cumplidos los veintiséis años.

Y he aquí que en toda su pureza las puertas de la muerte entrever dejan los misterios que velados al hombre tiene.

El cuerpo inerte, reposando en su final morada, en el silencio y la obscuridad en sus múltiples componentes se disgrega. Y nada más. La vida su interminable trabajo de perenne transformación inexorable a cabo lleva.

Y en el ánimo afligido de quienes en vida de conocerlo hubieron, una débil llama de tierna desolación se enciende y, ante aquellos inertes restos, su dolor y emociones, ya en forma de rezos, algarabía, llanto o aparente indiferencia y frialdad, en doliente homenaje 'al amigo que se fue' tributan. Y ya los niños que sus maneras conocieron, apresurados, en franca competencia con los demás, torpe o afortunadamente, las imitan. Y ya se habla de innúmeras anécdotas, disparatadas las más, cuerdas algunas, apócrifas la mayoría, verdaderas sólo unas cuantas... y del engaño nadie se enfada, antes al contrario, un aliciente resulta para engañar a su vez a los demás, en una especie de intento por aparecer ante ellos como el mejor amigo, como el confidente, como el más feroz enemigo... y hay también envidia entre la concurrencia y amables puñaladas por la espalda -y a veces aun de frente- y búsqueda de efímera gloria y reconocimiento... y hay también oculta y solitaria aflicción. Mas de recordar hemos que nadie su vida y su voluntad posee, nadie. Nadie por lo tanto con malos ojos ha de mirar lo que incluso en estas situaciones presenciar le es dado. Es tan solo la vida tratando de sobrevivir a través de aquella fatal red.

¿Y dónde quedan pues el alma?, ¿dónde la resurrección?, ¿y la inmortalidad? En cada uno de sus deudos vive la impronta que su individual existencia plasmó y que a nuestra vez de transmitir hemos a quienes la fortuna o desdicha de cruzar por nuestro camino tengan. Los comandos con que de colorear hemos sus suaves destellos vibracionales habrán de interactuar con los de aquellos que nuestras emanaciones reciban; tal como con nosotros sucedió al recibir y resonar las suyas.

Y ya los niños -algunos púberes en realidad ya- hablan de aquel muchacho que les regalaba juguetes, que les daba dulces durante el Halloween, durante el Día de Muertos, al que veían en patines saltando escaleras, vehículos y personas en el suelo tendidas, al que veían ebrio, drogado, famélico, solitario, ensimismado, inescrutable, el fisicoculturista, el dealer... el Pantera

Por cierto, en cuanto a la pena, la aflicción, el dolor... nada hemos mencionado, deliberadamente. No lo hemos hecho, por la inimaginable agudeza de su filo, por la insondable profundidad de sus raíces, por la incognoscible vacuidad que la ausencia de su tierno ser en el nuestro deja... Inefable y omnipresente, una densa, umbría y asfixiante atmósfera de desolación en torno a nosotros se cierne.

Es por ello que aun a despecho de la razón misma -muy probablemente en su auxilio- y de nuestras iniciales palabras, desde este sitio agradezco las llamadas, los mensajes, la presencia, el apoyo, la preocupación, Gracias Queridos Hermanos.

Mas por sobre todo, agradezco el divinal gozo con que la vida me obsequió al permitirme compartir, una breve eternidad al menos, con aquel bello ser que en vida de iluminar hubo mi sombría existencia.

Gracias carnalito.

The earth, the air, the fire, the water return... return... return...

Nada en realidad, sino tan solo el amor,
cuando es expresado a aquellos a quienes amamos,
es lo que verdaderamente importa en la vida.

Frater Lipere

sábado, 2 de julio de 2011

¿Dónde ha quedado la humanidad?


   Miradas vacías, perdidas,
muertas...
así como los pescados
en la canasta del mercader;
por la calle, a mi lado
transitan.

   Si acaso gruñidos
responden a mis saludos.

   ¿Dónde ha quedado
la humanidad?

   ¡Por Dios! no me digan
que son esas... cosas
que a diario y en todas partes veo.

   ¡Pobres de los niños
bajo su cuidado!
Esas benditas chispillas
de divina luz
no deben terminar así.

   Sus corazoncitos
aún viven y sienten,
ved si no sus caritas sonrientes,
sus dolientes lágrimas,
sus explosiones de alegría,
sus inquietos y curiosos ojitos.

   ¿Dónde ha quedado
la humanidad?

   ¡No! ¡No son esos
engendros de indolencia,
catatonia espiritual,
olvido y simulación!

   Si lo que recuerdo
son hombres y mujeres,
no zombies,
cadáveres animados
por no sé qué suerte
de diabólico sortilegio.

   Recuerdo manos cariñosas;
miradas comprensivas, alegres a veces,
a veces tristes; voces armónicas, articuladas;
corazones henchidos de luz y amor.

   Recuerdo sueños,
anhelos, esperanzas;
acción; música;
amistad, fraternidad.

   ¿Dónde ha quedado
la humanidad?

   Si lo único que veo
son entes que penosamente
se arrastran hacia
los centros de 'diversión'
a olvidarse aún más
de sí mismos;
a perderse, a esconderse
tras una muralla
de infernal ruido
y satánica algarabía.

   Ignorantes de su propio Ser
y divinas posibilidades.
Ignorantes de su lugar
en el Cosmos.

   Tristes desechos
caminando ciegos
a la hienda de las bestias.

   ¿Dónde ha quedado
la humanidad?

   Lastimeros esclavos de sí mismos,
inertes tirando de sus propias sogas
mientras los peores entre ellos la situación aprovechan
cómodamente instalados en solios, tronos
y presidenciales sillas.

   Venga ya la bofetada
que de su pasmo hará volver
a la ahora ausente humanidad.

   Venga ya el despertar de las conciencias
y la luz que de iluminar habrá
a la renaciente humanidad.

   Venga ya la esperanza
que tímida y asustada
se pregunta
:
¿dónde?, ¿dónde ha quedado
la humanidad?

domingo, 19 de junio de 2011

lunes, 30 de mayo de 2011

Tomó sus armas sin prisa...


   Tomó sus armas sin prisa
-no era necesaria.
Ya vestida era la armadura.

   Lenta, digna,
majestuosamente
encaminó su andar
hacia el campo de batalla.

   Atrás, su dama
lo observaba en silencio,
con muda admiración...
y profunda tristeza.

   Sabía bien que
nunca más con vida
habría de ver a su señor.
Su amado señor.

   Mas nada podido habría
disuadirlo de cumplir con
su deber.

   Aun él mismo sabía
que asistía a su
última batalla.

   Ni una leve
sombra de temor
a su ánimo turbaba.

   Fe y nada más
era lo que en
su corazón ardía.

   Lîp y êre
de acuerdo marchaban.
Una sola y misma voluntad
encarnaban.

   Frente a él,
tan sólo las espadas chocando
y los gritos de furia.

   La sangre y el sudor
anegaban la tierra.

   Las vidas
-con alma o sin ella-
colmaban cielos e infiernos.

   Limbos atestados
de cobardes.

   Paraísos pletóricos
de héroes.

   Y he aquí
que con paso firme,
mirada flemática y
brazo decidido,
avanza el guerrero dispensando
la piadosa muerte
a su paso.

   No hay en él
rastro alguno de furia.
Antes bien, su rostro
es de doliente piedad.

   Huyen los impíos,
los infieles
-de bando indistinto-
ante su mera cercanía.

   Su acero no perdona.
Ni distingue sino
honor y virtud.

   Repentinamente
rodeado de enemigos
-aunque él no los tenga-
espera con paciencia
el inminente ataque.

   Sin prisa
-no es necesaria.

   A sus espaldas
:
el hórrido sonido
del ataque artero.
Mas el acero
veloz responde
eviscerando
al pusilánime.

Casi su tarea
concluye Cloto.
Átropos la orden
de Láquesis aguarda.

Un arco se tensa
-porta el mismo blasón
que su inmediata víctima.

   Dos más
en ataque frontal
arremeten,
lanza y espada
por los suelos,
con la cabeza
y el pecho destrozado
de sus amos,
sin vida
se derrumban.

   El pavor
entre su cerco cunde,
mas una abyecta saeta
producto del más deleznable
y protervo corazón
en el valiente costado
su destino halla.

   El tiempo,
el aliento,
la savia misma
de la vida
a evaporarse comienzan.

   Aun con la vista nublada,
dos armaduras más,
sin vida
despeñadas por el abismo son.

   Mas ¡ay!
:
una lanza
el gallardo cuello
cruzar logra.

   Las piernas sucumben,
mas aún un brazo
truncado es.

   Láquesis la orden da
y, al unísono,
la mano de Átropos
y una maza
el inexorable hado sellan.

   Y yo,
postrada en mis aposentos,
sobre mí misma
me desplomo.

   Adiós,
adiós mi Señor.